Este 11 de septiembre, la red se inunda con recordatorios sobre el atentado a las Torres Gemelas en 2001. Sin duda, se trató de un acontecimiento que redefinió las relaciones internacionales de Estados Unidos; y por consecuencia, provocó cambios sustanciales en prácticamente todo el orbe. México, por su cercanía con la tierra del tío Sam, fue uno de los más afectados. Uno de los efectos de los cambios de política exterior de EE.UU es palpable en la guerra contra el narcotráfico.
Tras el atentado del 9/11, Estados Unidos endureció sus medidas para el ingreso de extranjeros. Esto afectó también la política migratoria en la frontera con México, haciéndola aún más agresiva. En 2006, el presidente George W. Bush -con la venia de ambas Cámaras- autorizó el reforzamiento del muro fronterizo, así como el aumento de elementos de la Policía Fronteriza. Pese a la reacción negativa del gobierno mexicano, EE.UU terminó por imponer la barrera en su área límite.
El muro fronterizo provocó que los cárteles tuvieran más dificultades en el tránsito de la droga hacia Estados Unidos. Las complicaciones abrieron un nuevo mercado de consumo en las ciudades del norte de México. Ahora, nuestro país no sólo era productor y distribuidor de droga: también se convirtió en un cliente. Howard Campbell, profesor de antropología y sociología por la Universidad de Texas en El Paso, afirma que el consumo de estupefacientes en Ciudad Juárez creció sustancialmente después del 9/11.
Para el caso específico de Juárez, el recrudecimiento de la política fronteriza ahorcó a la ciudad, que dependía casi enteramente del comercio con EE.UU. La decisión detonó el colapso económico. La falta de oportunidades laborales provoca que existan muchos jóvenes dispuestos a emplearse de cualquier manera. Así, el crimen organizado encuentra un caldo de cultivo del cual nutrir sus filas, perpetuando el círculo vicioso -algo que pasa tanto de este lado de la frontero como del otro-.
El cambio en la política exterior de Estados Unidos respecto al endurecimiento de las fronteras contra amenazas extranjeras fue una de las razones por las que se dio la Iniciativa Mérida, un programa de ayuda adjunto al Departamento de Estado para el combate al narcotráfico. La seguridad y estabilidad de México es considerada como un tema de seguridad nacional para EE.UU, razón por la que la administración de Obama ha decidido apoyar de una manera más activa la campaña de Calderón contra el crimen organizado.
La tragedia del 9/11 hace temer a Estados Unidos sobre la posibilidad de ser vecino de un Estado fallido. Existe el temor de que las organizaciones criminales en México y Centroamérica, -como los cárteles de la droga- podrían asociarse con otras células para planear un atentado. Por esta razón, no es poco común que de tanto en tanto nos topemos con noticias sobre aprehensiones de supuestos terroristas en suelo nacional, como los casos reciente de un integrante de Hezbolá en Mérida o un presunto terrorista ruso en Tijuana; o el sonado “desmantelamiento” de una operación para introducir al país al hijo de Moammar Gaddafi. Incluso, se ha planteado tratar a los narcotraficantes como terroristas. Por extensión, la seguridad de México es seguridad de EE.UU.
Así, podemos observar una evolución gradual: el atentado de las Torres Gemelas provocó el cierre de la frontera, lo que alentó el mercado de consumo nacional, aumentó la inseguridad en ciudades fronterizas y minó la economía. El desempleo creció, asegurándole a los cárteles un mayor ingreso de trabajadores a sus filas. Debido al crecimiento de la violencia, y ante la posibilidad de enfrentar un Estado fallido que albergara una amenaza a EE.UU, el gobierno de Obama decidió cooperar en el combate al narcotráfico de Felipe Calderón, dotándole de recursos y legitimidad en el escenario internacional.
Por supuesto, el 9/11 tuvo otras consecuencias para la vida en México. Otros dos ejemplos palpables son el aumento del monitoreo de la actividad fronteriza -impulsada tanto por el paso de migrantes como por el tráfico de drogas-. En respuesta, Estados Unidos comenzó a emplear vehículos teleoperados (drones
) para labores de vigilancia. Por otro parte, también exacerbó la xenofobia, lo cual derivó en la propuesta de leyes que atentan contra los derechos humanos de los migrantes, como la Ley Arizona. A 11 años de distancia, los efectos del atentado en Nueva York continúan muy presentes en nuestra política nacional.