lunes, 17 de septiembre de 2012

Tres momentos que otorgaron independencia a México


Fechas como estas son buenas para echar un vistazo a nuestra historia y deconstruir la historiografía monumental de héroes y caudillos.
¿Cuál era la situación de España cuando se empezó a pensar en independencia? ¿Cuál era la situación en México? ¿Siempre se pensó en formar un país separado de España? ¿Cuándo fuimos verdaderamente independientes? Porque en realidad hubo tres momentos en que el país se independizó: la fecha tradicional, cuando inicia la lucha; la fecha olvidada por los liberales, cuando se consuma; y la que es menos relevante, cuando España la reconoce oficialmente.

Independencia o la malentendida lucha entre criollos y peninsulares

Era 1808; Napoleón había invadido el norte de España y planeaba con acabar la dinastía Bornón en el trono del reino. El rey Carlos IV había abdicado a favor de su hijo Fernando VII, quien era querido por el pueblo; sin embargo, a Napoleón no le agradaba el joven heredero. Debido a esto Bonaparte obligó a Fernando a abdicar a favor de su padre y luego a éste a otorgarle el trono.
Ante la ausencia de un Borbón en el trono los españoles se organizaron en juntas que pretendían garantizar el gobierno en nombre de la corona española legítima, siendo la autonombrada Junta Suprema de España e Indias la instalada en Sevilla.
Esta invasión causó en la Nueva España una llama de patriotismo en favor de la Madre Patria, aunque en un sector del criollismo comenzó a gestarse la idea de la separación de México y España.
Ante la situación el virrey José de Iturrigaray fue aconsejado por los criollos independentistascontinuar gobernado pero sin reconocer oficialmente ni a Napoleón ni a las juntas hasta saber que verdaderamente hablaban en nombre del Rey, situación que no agradó a los españoles en México. Éstos, a manera de ofensiva política sugirieron a Iturrigaray continuar gobernando pero con ayuda de una junta especial designada por ellos.
Asimismo, cuando representantes de la Junta de Sevilla vinieron a México para pedir asistencia militar para combatir a Napoléon, el Virrey accedió y un grupo comenzó a prepararse en Xalapa. El 15 de septiembre el Iturrigaray y su esposa serían aprehendidos y el Virrey depuesto de sus funciones. En su lugar quedó Pedro Garibay, quien ordenó suspender el apoyo a España; al enterarse de esto los criollos que se preparaban para apoyar a la península comenzaron a hablar de una posible independencia. De hecho, Ignacio Allende, quien se encontraba en ese grupo, escribió en su tienda de campaña: “Independencia, cobardes criollos”.
El primer intento por obtener independencia se fraguó en Valladolid, sin embargo el plan fue descubierto y los separatistas fueron arrestados por Agustín de Iturbide.
Sería hasta 1810 cuando un nuevo plan se empezara a gestar entre Allende, los hermanos Aldama, Josefa Ortíz de Dominguez y Miguel Hidalgo. La principal idea detrás del plan no era la separación de la Nueva España del reinado peninsular, sino que se creara una junta de gobierno que dirigiera al virreinato en nombre de Fernando VII y donde los criollos tuvieran una representación preponderante.
Sin embargo el tiempo no fue suficiente. Los conspiradores, quienes aún no contaban con un plan bien establecido, al enterarse que habían sido descubiertos decidieron levantarse en armas sin más el 16 de septiembre. De acuerdo a los historiadores, Hidalgo interrumpió a Allende, quien consideraba otras opciones, diciendo: “Caballeros, estamos perdidos. No hay más recurso que ir a coger gachupines”.
De acuerdo a esta lectura el movimiento que da origen a la independencia de México no pretendía formar un nuevo país sino dotar a los originarios de América de mayores poderes de gobierno, pero siempre respetando a lo corona española. De hecho, aunque no existe un consenso sobre las palabras que uso exactamente Hidalgo en su arenga, la mayoría de los historiadores coinciden en que se aclama a la religión católica, a la Virgen de Guadalupe y a Fernando VII, al mismo tiempo que se llama a acabar con el mal gobierno (el napoleónico y el español sobre el criollo).
Con el tiempo la idea de una independencia de España terminó con el anhelo original de los conspiradores y la lucha por esta nueva idea comenzó, apoyada por el surgimiento de movimientos en otras latitudes del virreinato que peleaban por esta causa y no el reconocimiento del legítimo gobierno español.

Independencia formal

El 24 de febrero de 1821, Agustín de Iturbide firmó y proclamó el Plan de Iguala que declaraba la independencia completa e inmediata de España, establecía un trato igual entre criollos y españoles, declaraba la supremacía de la religión católica e incluía a la monarquía constitucional como forma de gobierno. En un principio se invitaba a Fernando VII a asumir el trono del naciente país o que designara a alguien de su familia para asumirlo. De no aceptar el Congreso invitaría a un príncipe europeo a que ocupara el cargo.
El 25 de agosto de 1821 el último virrey, Juan O’Donojú, firmó el Tratado de Córdoba que aprobaba el Plan de Iguala pero con un cambio: se podía elegir como monarca a alguien que no fuera de la realeza, lo que abrió la puerta a que el consumador de la independencia, Iturbide, fuera ungido como primer emperador mexicano.
Se instituyó una Junta de Gobierno, que convocaría a la formación de un Congreso constituyente, que declararía como “soberano” y “majestad” a Iturbide y que planearía la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la capital el 27 de septiembre de 1821, poniendo fin formalmente al periodo independentista.
Al llegar al Zócalo y entrar a Palacio Nacional, salió al balcón donde cada año se conmemora el inicio de la lucha por el Presidente en turno y exclamó:
Mexicanos: Ya estáis en el caso de saludar a la patria independiente, como os lo anuncié en Iguala (…) Ya sabéis el modo de ser libres; a vosotros os toca señalar el de ser felices (…) Y si mis trabajos, tan debidos a la patria, los suponéis dignos de recompensas, concededme sólo vuestra sumisión a las leyes, dejad que vuelva al seno de mi amada familia, y de tiempo en tiempo haced una memoria de vuestro amigo.
Al día siguiente, el 28 de septiembre, la Junta Gubernativa declararía y firmaría que:
La Nación Mexicana que, por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido (…) declara solemnemente, por medio de la Junta Suprema del Imperio, que es Nación Soberana, é independiente de la antigua España, con quien, en lo sucesivo, no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha (…)
¿Por qué no recordamos a Iturbide como la persona que concluye el proceso de independencia? ¿Por qué miramos al inicio y no al final? Bien se dice que la historia la escriben los ganadores, así cuando los liberales ganaron, clamantes de un sistema republicano y libertad religiosa, decidieron eliminar a aquel que como monarca e intolerante a religiones ajenas a la católica, nos dio la independencia. Si hemos de entrar a más detalles podemos decir que la masonería, encarnada en la historia en Benito Juárez, se encargó de negarle a un católico el título de “Padre de la Patria” y se condenó al olvido esta fecha.
Isabel II de España

Cuando España decidió reconocer la Independencia

Ya a manera de anécdota, fue el 28 de diciembre de 1836 cuando España reconoció de manera oficial la independencia mexicana. Tras la muerte de Fernando VII y varios intentos de reconquista, su hijaIsabel II de España, quien tenía sólo seis años de edad, a través de su madre María Cristina firmó la siguiente declaración:
Su majestad la Reina Gobernante de las Españas, a nombre de su augusta hija doña Isabel II,reconoce como nación libre, soberana e independiente la república Mexicana, compuesta de los Estados y países especificados en su Ley Constitucional, a saber: el que se decía Capìtanía General de Yucatán, el de las comandancias llamadas antes, de Provincias internas de Oriente y Occidente; el de la Baja y Alta California, y los terrenos anexos e islas adyacentes de que en ambos mares está actualmente en posesión la expresada República. Y su Majestadrenuncia tanto por sí como por sus herederos y sucesores a toda pretensión al gobierno, propiedad y derecho territorial de dichos estados y países.

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