sábado, 15 de septiembre de 2012

A 73 años del nacimiento del PAN, ¿cuál es su papel en la democracia mexicana?

Acción Nacional llega a su celebración número 73 en una crisis interna y una identidad dividida. Diversos grupos pelean por el control al interior del partido y no vemos señales de que se pongan de acuerdo pronto para seguir trabajando por ofrecer a México una agrupación fuerte y con rumbo.
El PAN surge como una oposición al régimen autoritario del entonces Partido de la Revolución Mexicana con un ideal de humanismo que hasta hoy dice conservar. Surge como una oposición organizada que durante años apostara por un cambio en el país lejos de las figuras del caudillismo y la revolución, enfocándose en involucrarse mediante los caminos institucionales existentes.



Poco a poco fue ganando espacios en los diferentes órdenes de gobierno y poderes de la Unión. Primero en 1946 con su primera diputación, el año siguiente con la alcaldía de Quiroga, Michoacán, en 1989 con la gubernatura de Baja California y en el 200 con la Presidencia de la República.


Durante años el PAN supo construirse como un partido opositor que podía ofrecer a la ciudadanía una alternativa ante la hegomonía que representaba el PRI. Durante años funcionó asumirse como oposición, incluso cuando ya tenían bajo su gobierno varios estados, porque el PRI continuaba en Los Pinos.


Pero cuando llegaron al Gobierno Federal no supieron qué hacer. Hay que aceptar que el presidencialismo mexicano venía con un gran impulso dejado por el PRI y que un cambio en el estilo de gobierno hubiera sido difícil. Sin embargo, doce años después no vimos grandes avances en la vida política del país y en el manejo de las instituciones; no vimos ese gran cambio que nos prometieron. Si acaso podemos y debemos agradecer el buen manejo de la economía en general, de la deuda y de las finanzas públicas que han puesto fin a periodos turbulentos como las inminentes devaluaciones sexenales.

EL gran problema fue que el PAN no supo ser oposición desde el gobierno, aunque suene contradictorio. Los presidentes emanados del PAN intentaron asumir el control del partido tras su victoria y grupos en el PAN no lo dejaron; lo vimos con Fox y su intento de imponer a Creel, y nuevamente con Calderón al intentar impulsar a Cordero. Esto cuando el Presidente debió de haber ejercido el cargo como lo que era y olvidarse del Partido mientras ellos debieron de ser críticos con la administración federal, aunque lo encabezara alguien de su partido.

Ahora que regresan a ser oposición hay panistas que reclaman a otros que permitieron el regreso del PRI a Los Pinos como si el objetivo del PAN hubiera sido sacarlo del poder. Si hay un grupo de militantes que entienden el objetivo del PAN como eso, no hay por qué preguntarnos a qué se debe el fracaso en el Gobierno. En este sentido, retomo la declaración de Diego Fernández de Cevallos al inicio de la semana:

Bien vista la lucha de Acción Nacional no era con el propósito de sacar a un partido político de Los Pinos o del Congreso para siempre. Lo importante es que haya democracia y alternancia. Ya se logró sacar, para siempre, al partido único, hegemónico y despótico. Ahora, tenemos alternancia, pluralidad y competencia. En el DF arrasó Mancera, punto, hay que apoyar a Mancera. A nivel federal, el PRI ganó la presidencia, pues hay que apoyar a Peña Nieto y, si en algunos estados de la república, nos sigue gobernando el PAN pues hay que apoyarlos.
La idea de ser oposición no es llegar al poder en una actitud de “mi ideología es mejor que la tuya”, ni simplemente porque no se quiere que el otro gobierne. La democracia no se construye con confrontación sino con contrapesos. Y mientras más rápido entienda Acción Nacional que se trata de ayudar a construir, no de destruir y luego edificar a su modo, retomará la senda de volver una opción viable que hoy, desafortunadamente, parece ya no ser.


Hoy el PAN debe encontrar su centro, su motivo de seguir como Partido y me parece que la reflexión del Jefe Diego es clave para el debate que tienen los blanquiazules en su interior.
Imagen: Política con futuro

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