El próximo sábado, 1 de septiembre, llegarán a San Lázaro los nuevos legisladores y Felipe Calderón deberá entregar su último informe de gobierno.
Tras seis años en el poder, Calderón se convertirá en el primer Presidente que no asistió al Congreso a rendir ninguno de sus informes. Se convierte en el Presidente con el que el modelo del culto a la presidencia se rompe completamente y para el siguiente Presidente, no será diferente.
En la época de la hegemonía priista el día del Informe era el día del Presidente. Recorría las calles rumbo al Congreso, llegaba a dar más que un estado de la Nación, un discurso de autoelogio y reconocimiento al Congreso por su conducta.
Con la llegada de Vicente Fox el Informe se convirtió en un día en el que la oposición reprochaba al Presidente sus acciones. Ya no era una persona intocable, era un actor más en la vida política. Con la alternancia llegó la apertura.
Felipe Calderón por poco no puede rendir protesta en San Lázaro. Regresar para dar un informe hubiera sido inimaginable, no se hubiera dado. Gracias a reformas a la Constitución, bastaba con que su administración enviara al Congreso el documento.
Pero Calderón no se quedó con las ganas y cada año juntaba a funcionarios y daba su Informe, que másque un Informe era un recordatorio de aquellos autoelogios de la época priista.
Ante la llegada del nuevo gobierno, el enviar el Informe o dar un discurso a modo no es opción; y, al parecer,los legisladores lo saben.
La figura del informe de gobierno se ha desgastado pues debiera ser un momento de transparencia, de rendición de cuentas y de verificación de cifras, no sólo de lucimiento del Ejecutivo o de descalificaciones de la oposición.
Durante años el tema de un nuevo formato del Informe presidencial ha estado en la mesa pero no se logra concretar nada. El formato ideal debe obligar al Presidente a dar cifras reales y aterrizadas para que la población pueda comprenderlas; nada complicado y sin tecnicismos. Además, debe propiciar los cuestionamientos de la oposición pero sin enfrentamiento, ese sería el Informe ideal.
Si ya saben que el formato es obsoleto, ¿por qué no cambiarlo? El 1 de septiembre se podrían comenzar lostrabajos para que el próximo Presidente, en su primer informe, nos de un verdadero estado de la Nación y no un discurso irreal.
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