WikiLeaks continúa con las filtraciones de documentos sobre el gobierno mexicano, especialmente sobre la relación con Estados Unidos y la guerra contra el narcotráfico. El 9 de agosto, la organización publicó un paquete con correos electrónicos escritos entre 2004 y 2010, que involucran a miembros de Stratfor, una firma especializada en temas de inteligencia, espionaje y seguridad. Uno de ellos, fechado el 1 de marzo de 2010, tiene una afirmación muy interesante: la inteligencia mexicana está entrenada para perseguir disidentes, no para combatir a la delincuencia organizada.
En el correo, el analista Marko Papic habla sobre una reunión en Fort Bliss. Ahí, autoridades de México y Estados Unidos discutieron sobre formalizar un proceso mediante el cual los operativos encubiertos de EE.UU en la frontera -de los que Papic señala “hay un chingo de ellos” (there is a shitton of them)- puedan comunicarse con la Policía Federal.
Nuestra fuente dice que, hasta ahora, los agentes de Estados Unidos han sido excluidos completamente del proceso de aplicación de la ley en México. Esto es simplemente porque la Ciudad de México no está dispuesta a reconocer que los agentes encubiertos de EE.UU circulan por las calles de las ciudades mexicanas - ellos saben que lo hacen, pero no han estado dispuestos a reconocerlo. Debido a este rompimiento fundamental, los agentes de Estados Unidos han tenido que recurrir a simplemente rastrear los cárteles mexicanos, o al extremo de secuestrarlo para ponerlos frente a un juez de Estados Unidos.
Hasta aquí, Papic explica un problema claro en el trabajo bilateral de seguridad nacional. Desde el inicio de la campaña contra el narcotráfico, Estados Unidos ha tenido un rol importante. Sin embargo, en el discurso público, la administración de Calderón siempre manejó que EE.UU sólo proveía de los recursos técnicos (tecnología, capacitación, logística) para apoyar a las autoridades nacionales. En México existe un tema muy sensible de soberanía que obligó tanto a Calderón como a Obama a negar la intervención de operativos y agentes de EE.UU en la guerra contra la delincuencia, a pesar de que era un secreto a voces que existía trabajo encubierto y espionaje.
En el correo, Papic señala que la reunión en Fort Bliss fue, precisamente, para cambiar esta negativa de cooperación, de modo que la Policía Federal pudiera tener un intercambio de información sensible con los agentes encubiertos de Estados Unidos. Sin embargo, el mensaje se pone aún más interesante al revelar, desde la óptica de Stratfor, la razón del fracaso en la estrategia:
La fuente dice que, hasta ahora, el problema de los operativos de inteligencia en México es que se están adaptando a cazar cárteles. Simplemente no tienen experiencia institucional en eso. La fuente dice que muchos miembros de la inteligencia mexicana le han dicho cómo ellos fueron entrenados para cazar disidentes políticos y que necesitaban ayuda de la DEA y el FBI sobre cómo lidiar con cárteles de la droga.
Este párrafo es crucial porque demuestra que, en efecto, los servicios de inteligencia en México han sido usados como un brazo de espionaje contra la disidencia política. A propósito, vale recordar las preocupaciones que externó la Electronic Frontier Foundation (EFF) sobre la licitación del Sistema Técnico de Vigilancia que EE.UU proveería a México para el combate al narco. De acuerdo con la EFF, en nuestro país se podría repetir el caso de Colombia, en donde el Departamento Administrativo de Seguridad utilizó recursos de vigilancia para perseguir a activistas, oponentes políticos, líderes sindicales, periodistas y otros personajes incómodos a la administración. Bien, si consideramos las palabras de Stratfor, la preocupación de EFF no sólo es válida, sino que marca que existen antecedentes en México de uso de agencias de inteligencia con fines políticos, a tal grado que dichos organismos no estaban siquiera capacitados para hacer frente a las organizaciones criminales.
Papic cierra su correo con dudas, pues señala que es probable que la reunión en Fort Bliss no fuese segura. A pesar de que se estableció el pacto de cooperación, existía la posibilidad de que los cárteles tuvieran gente infiltrada tanto del lado de los mexicanos como de Estados Unidos. Además del punto mencionado arriba, este mensaje es una muestra de algunos males del planteamiento de la guerra contra el narcotráfico, como la incapacidad de ejecución del lado mexicano, la escasa cooperación bilateral en términos de inteligencia y la red de corrupción del narcotráfico. Más que una estrategia, una receta para el desastre.
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